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viernes, 18 de julio de 2014

CARTA DE UNA RENUNCIA, ALIENTOS A UN AMOR




CARTA DE UNA RENUNCIA, ALIENTOS A UN AMOR










Lugar: remoto y mísero confín condenado.
 
Fecha: uno de esos tantos días de la humanidad. 


Hola, princesa:

  Anoche estuve mirando mi dedo, acariciando ese objeto que dejó de ser objeto cuando tus manos lo domaron: un fino anillo dorado, la única vida existente en este lugar rodeado de necia muerte que algunos llaman lucha.
  Pude ver tu sonrisa cuando toqué este anillo; puedo sentir tu voz, tu calor, tus palabras a pesar del ruido atroz de las bombas; el miedo y la conciencia que te golpean cada vez que aprietas el gatillo al pensar, que aquél que reciba la bala disparada es más que un hermano.
  Luchamos por la gloria, por una línea imaginaria que queremos trazar en un suelo que debería ser de todos, por una ideología, una forma de pensar y sentir diferente. ¿Lucha, guerra, objetivo?  ¿Qué estamos haciendo, Dios mío?
  Caminamos en avanzadilla, y tras cruzar la línea enemiga nos regocijamos al pisar una tierra que al fin hemos conquistado. Una tierra de edificios derruidos, de cuerpos mutilados, de silencio de almas… Eso es lo peor: ¡el estridente silencio de la conquista!
   ¿Sabes una cosa, princesa? Apreté tanto el anillo mientras recorríamos esos dominios ganados que lo llevo tatuado en el dedo.  Vi la melena oscura de una muchacha sobresalir de los escombros de esa casa que tantas veces pisé, una casa que no me hacía falta conquistar,  pues la sentía mía, nuestra;  antes de que alguien decidiera que tú y yo éramos diferentes. Sin embargo seguí caminando, apretando el anillo, ignorando el dolor, la irracionalidad, la muerte. Porque aquellos que decidieron el odio, nunca podrán matar al amor; y tu risa vive en mí, princesa; aunque en estos momentos me sienta más muerto que vivo.
  Y podría avergonzarme de pertenecer a aquella que llaman raza humana y racional. Pero no lo hago. Me siento orgulloso de ser quién soy: con mis diferencias, mis creencias,  y aquella tierra que, aunque nos empeñemos en lo contrario, no pertenece a nadie más que al mundo.  Por eso hoy, a pesar de que el odio quiera dominarme, conquistar mi esencia, mi piel, mi sentir, mi respirar… firmo mi renuncia explicita a él. Alzo mi cabeza al amor, tiro mi fusil, avanzo hacia la libertad, despacio… en medio del campo de batalla, del ruido de bombas, de los alaridos del miedo. Y entonces me detengo, levanto mi brazo desnudo y grito más fuerte que el pavor:
  —¡¡¡¡¡¡DIOS!!!!!
  Mi boca se abre, mis piernas flaquean. No escuché el estruendo, ni el quemar del disparo. No temo a la oscuridad porque veo la luz. Y mis palabras quedaron plasmadas en esta carta de renuncia, en este aliento al amor. 


Escrito por Gema Lutgarda  18/04/2014
Todos los derechos reservados


OTRAS PUBLICACIONES DE LA AUTORA

"Las culpas del amor". Una novela que va mucho más allá de lo erótico. Una historia que te atrapará al instante.
Ya disponible en la web de nueva Editora Digital.
 

SINOPSIS

Vivir atrapados por las culpas, aquellas que sin embargo, achacamos al amor o al cariño. ¿Cuántas veces he escuchado la misma excusa?...  Eres mía y de nadie más porque te quiero; tengo el poder sobre tu cuerpo y tu mente porque te amo; te di aquella paliza porque este amor me está volviendo loco; la maté porque la quise.

Horrores tras horrores cobijados, excusados… que mancillan y empañan la pureza de tan hermoso sentimiento.
Esta novela es un silencio de respeto, y a la vez un grito catártico contra tantas injusticias.
Harry Newman, aquel chico torturado por su pasado, aquel chico que amó a otro chico, supo leer donde nadie leyó: en aquellos ojos verdes atenazados por el miedo. Quizá porque su pasado estaba tan latente en cada objeto, en cada vida, en cada instante… que los ojos de Sara lo atraparon en ese mismo calvario sufrido desde su infancia. Un calvario que quería olvidar, que necesitaba expiar. Por ello, luchó por ella y también por él; por ello acabó amándola, porque el verdadero amor no entiende de sexos, ni de culpas.
Sin embargo, las culpas los persiguieron, aquella guerra no sería fácil de derrotar; el odio disfrazado de hipocresía los golpeó sin miramientos; pero ellos gritaron, pelearon, ¡proclamaron! Tendieron su mano hacia ti… Sí… tú, ese lector, ese otro aliento que vive, que sostiene este libro… ¡Ayúdalos en su grito! ¡Ama, vive!...  Y ahora cierra tu mano, porque sé que está prendida y unida a esa misma búsqueda. Porque sé que al fin, atado al amor, tú también eres libre… ¡Sois libres para amar!
“Las culpas de amor” Gema Lutgarda 
Todos los derechos reservados.
 

1 comentario:

  1. Wow... Definitivamente, Gema, eres muy intensa en las palabras que plasmas en tus escritos... Felicitarte es poco <3
    Un abrazo <3 <3

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